Previo a la llegada del constructivismo como corriente pedagógica, la enseñanza deportiva se caracterizaba por copiar métodos de enseñanza de los deportes individuales y aplicarlos en deportes colectivos. Así las cosas, el jugador de básquet se entrenaba considerando que se asemejaba a un atleta en el cual el 60% de sus esfuerzos demandaban energía del sistema anaeróbico, el 20% del sistema de glucolisis aeróbica y el 20% restante del sistema aeróbico y que lo “entrenable” era la técnica individual a través de la descomposición del gesto técnico en sub-gestos a través de una enseñanza analítica.
Curso: Estrategias de masificación deportiva
Este modo de enseñar no contemplaba una característica fundamental que comparten todos los deportes de conjunto: los aspectos cognitivos, es decir, la comprensión del juego. A partir de esta necesidad autores como Peter Werner, David Bunker y Rod Thorpe desarrollaron la Enseñanza Comprensiva del Deporte o en inglés Teaching Games for Understanding, priorizando la participación activa del jugador, la influencia del contexto en el aprendizaje, el papel del lenguaje, el carácter multidimensional del aprendizaje y la especial atención a las diferencias individuales.
En este sentido, Bunker y Thorpe desarrollan en 1986 el concepto de juego modificado para cumplir con el objetivo de desarrollar el aprendizaje contextualizado, partiendo desde la globalidad hacia la especificidad. Para estos autores es necesario que el jugador aprenda en situación de juego global, pero diferente a la propia del deporte inicial, pensado para el adulto.
A través de la implementación de estos modelos de enseñanza incluimos en el espectro de enseñanza dos mecanismos que bajo los modelos tradicionales no eran tenidos en cuenta, como lo son el mecanismo de percepción y el mecanismo de decisión, enseñando al jugador qué hacer y cuándo hacerlo, más allá de cómo hacerlo. Un aspecto central en la aplicación de estos modelos es el protagonismo que el profesor brinde al jugador. De allí la importancia de formular buenas preguntas para promover el compromiso cognitivo y que sean los mismos jugadores quienes intenten dar respuestas motrices adecuadas al problema presentado.
La consecuencia esperable a la aplicación de este tipo de modelos de enseñanza es la de “aprender jugando”. Es decir, a medida que el jugador participa activamente de una situación modificada que le permita resolver los problemas que el juego le plantea, irá aprendiendo en base a sus experiencias y a la asimilación de estas sobre sus saberes previos.
Ahora bien ¿qué tipo de saberes pueden ser enseñados a través de estos modelos? ¿Todos los contenidos de mini básquet se pueden aprender jugando? ¿El 100% del tiempo de nuestras clases se debe destinar a juegos?
Para responder estas preguntas debemos remitirnos a la dificultad que representa enseñar deportes tan complejos como los denominados deportes de conjunto. Este tipo de prácticas deportivas tienen una alta demanda perceptiva y decisional, que puede ser abordada con los modelos de enseñanza desarrollados anteriormente, pero también necesitan de una ejecución acorde que pueda llevar a la práctica lo que mentalmente el jugador programó. Es por eso, que también cobra gran importancia poder “jugar con lo aprendido” cuando hablamos de contenidos técnicos. La ejecución de un gesto en un deporte de conjunto implica un movimiento automático, ya que la vorágine en la cual se desarrolla un partido no da tiempo al jugador a pensar en su ejecución. Rápidamente se echa mano a lo que uno ya tiene aprendido.
Curso: El desarrollo técnico en el mini básquet
Los estímulos del medio y la incertidumbre que estos presentan son un factor determinante que condiciona el tiempo de ejecución de un gesto y que no permite que quien lo realice pueda aprenderlo jugando.
Entonces ¿cuál es el ámbito en donde se aprenden este tipo de saberes? Sin dudas, los driles, ejercicios o actividades de carácter más estable o cerrado son los escenarios ideales para poder enseñar los fundamentos técnicos, primero de manera global, luego desglosando el movimiento en subgestos para, finalmente, poder realizarlos bajo presión y en velocidad, antes de trasladarlos al juego real. La automatización se logrará a partir de repeticiones en escenarios parecidos, pero no iguales, para poder tener un grado de incertidumbre perceptiva ideal que permita al jugador poner el foco en la ejecución pero no siempre de la misma forma y bajo los mismos parámetros.
La combinación de los diferentes modelos de enseñanza en nuestras prácticas es uno de los más grandes desafíos que se le presentan al profesor ya que no hay modelos de enseñanza buenos o malos. En definitiva, hay modelos más o menos adecuados en función del contenido a enseñar, de las características del grupo y de los objetivos de la clase. Una vez más, la dimensión artesanal del formador y la importancia del conocimiento metodológico de los modelos de enseñanza cobran fundamental importancia y hacen que sea determinante capacitarnos día a día para mejorar nuestras propuestas.
por Pablo Genga
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