“Profe, este juego ya lo jugamos”. No me gusta que mis alumnos me digan eso. No sé por qué, pero no me gusta. Tengo algunas hipótesis para entenderlo. ¿Será porque alguna vez me hicieron creer que repetir es malo? ¿Será que quiero verlos contentos y esa frase me suena a reclamo? No creo que me lo digan para recordarme que ya lo habían realizado, me lo dicen por otra cosa que no descubro con certeza.
Curso: La modificación de los juegos deportivos
Al escuchar esa afirmación la uno a un reclamo sobre mi creatividad, pero dudo si el juego les ha gustado. Sospecho que tal vez no, porque hay otras acciones o juegos que han repetido y sobre esos no me dicen nada, es más, en algunas oportunidades me piden volver a realizar o a jugar algo conocido.
¿Será una demanda para mí o será que ellos no dominan las habilidades necesarias para jugar? ¿O no descubren la lógica? ¿O les trae malos recuerdos y no les gusta? ¿O simplemente no los divierte?
Percibo aburrimiento, enojo o fastidio en ellos cuando me dicen eso, y estoy seguro de que saben perfectamente que a mí no me gusta escucharlo.
Solo algunos se animan a expresarlo casi a los gritos, entonces sospecho que debe haber otros que se callan, pero sienten lo mismo. Unos pocos lo comunican en voz baja, como susurrando, pero con el volumen adecuado para que los escuche.
Eso es peor, me gusta menos. No se los digo, lo siento nada más.
Para que entiendan que es importante jugar varias veces a lo mismo les explico la importancia del desarrollo de habilidades, la repetición, la táctica, pero no hay caso. Trato de cambiarle el nombre al juego, algunas reglas, el móvil, el tiempo, el espacio, la cantidad de jugadores, pero escucho: “Es igual al otro”. Ellos lo saben y yo también. A ellos no les gusta repetir. Y a mí no me gusta escuchar la frase maldita.
Víctor Pavía nos invita a ir en busca de un jugador experto que solo se consigue jugando muchas veces a lo mismo. Los mejores en algo son, casi siempre, los que más juegan a eso. Jugar mucho es conocer mejor el juego, conocer cada acción, cada movimiento, anticiparse a lo que va a ocurrir, tener experiencia, crear esquemas de movimiento que permitan resolver diversas situaciones, desarrollar automatismos que puedan liberar parte de la conciencia para atender otras tareas.
Entonces, ir en busca de un jugador experto es un mandato para el profesor con el objetivo de que sus alumnos logren dar respuestas motrices e intelectuales cada vez mejores.
Todo bien, pero no les gusta repetir, eso está claro, clarísimo, y vuelven a decirlo en voz alta: “Profe, este juego ya lo jugamos”.
Sin embargo, hay una frase que es lapidaria y borra todo lo descripto: “Profe, vamos a jugar al fútbol”. Pareciera que es lo único que los hace felices. ¿Será que el juego es de ellos y los otros juegos son míos? ¿Quieren lo propio y no lo ajeno?
En ese momento me hago escuchar e imposto la voz para que salga fuerte y claro: “Chicos, a eso ya jugaron”.
Pero a ellos no les molesta nada, no se les mueve un pelo, se ríen y me miran, contentos, relajados. De manera mágica, en ese caso les gusta repetir.
¿El problema será la repetición o será otro?
por Prof. Santiago Mancuso
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