El punto de partida ya está planteado. Entiendo que para el análisis es necesario una mirada abarcativa y por actores al mismo tiempo. Veamos.
El club es el actor principal. Los clubes en Argentina con su esfuerzo y espíritu disimulan todos los déficits de la organización macro. Hablar del club es hablar de la familia que ayuda, que comparte, que acompaña a los niños y las niñas, que viaja, que organiza, que le da vida al mini y a la institución.
Nadie duda de que uno de los secretos del deporte nacional es el modelo del club con su pertenencia, la amistad, el sacrificio, el espíritu de grupo, el servicio y, también, la competencia. El club sufrió, como todos, la pandemia desde lo económico, lo social y también fue el lugar elegido para las familias para que los niños vuelvan a esa vida tan rica en valores. Se reacomodaron para recibir una gran cantidad de niños con necesidad de sociabilizar, de moverse. El club argentino entiende y se acomoda gracias a quienes sienten y trabajan por el club.
Los entrenadores y los profes son otra parte de la historia. Personalmente, soy un admirador del profe de mini en mi país. Hablo de esa gran mayoría que invierte en preparación, comparte filosofías, está siempre bien dispuesta. Y, por supuesto, siempre hay para mejorar. Creo que nos está tocando la informalidad como una variable en la enseñanza, en general no se está respetando el enseñar, el respetar el estadio evolutivo y sus etapas críticas tanto como en otras épocas. Lo lúdico quizás está dominando el escenario. Nadie pone en duda el valor del juego y la recreación, seria de ignorancia nomás, pero el equilibrio entre ambas alternativas es necesario para otorgar más calidad al proceso.
Como todo actor de una estructura necesita capacitarse para ser mejor y más eficiente, en este apartado nos está faltando mejorar, las posibilidades pasan por la capacitación privada, que hay y de gran calidad, y no por programas que partan de la Confederación y sus apéndices (ENEBA y MINI CABB). Ahí estamos en déficit. Seguramente alguien lo verá y trabajará en eso.
Los procesos de Enseñanza y Aprendizaje son otros actores fundamentales. Citaba anteriormente a la informalidad, que puede ser organizativa: no respetar al mini en los horarios de entrenamiento y partidos, no tener la cancha limpia, con los aros y redes en condiciones, no tener ropa adecuada para la competencia (la mejor que se pueda no importa la calidad y menos la marca) son, entre otras, informalidades que quitan motivación. Pero más me preocupa la informalidad en la enseñanza.
- No tener un criterio para tratar el error, desde cómo identificarlo a cómo y con qué herramientas intentar corregirlo.
- No definir lo filosófico, crear dudas.
- No Educar al entorno del mini. Somos, sin dudas, el jamón del medio del sándwich. Debemos educar para arriba: familias y dirigente. Y para abajo: los niños y las niñas. Para eso debemos estar preparados, muy preparados.
- Respetar relativamente, sin entender la importancia que tienen, los estadios evolutivos y sus etapas críticas. Trabajar sobre ellas es otorgar calidad al proceso. Ignorarlas es perder el tiempo y dejar pasar la oportunidad única, en el momento único que la naturaleza humana nos ofrece.
- Suponer que enseñamos, suponer que aprenden y no preocuparnos para saber si de verdad esto sucede. Tenemos que reconocer el valor del buen vinculo y la buena comunicación. No es sólo hablarles a los minis, sino sobre todo escucharlos.
Y la lista de informalidades puede continuar. Estas sirven de ejemplo para clarificar el pensamiento.
Por último, hay un tema que me preocupa particularmente que es la falta de políticas nacionales con el mini. Quienes hemos pasado por la función de Coordinador del Departamento Argentino de MINI (el MINICABB), hemos sentido la necesidad de hacer, de estar, de brindar nuestra experiencia, nuestro conocimiento adquirido con el tiempo, pero, y lo digo a título personal, no fue posible sentir apoyo y que las grandes palabras de los discursos de dirigentes se trasladen a la práctica. Mucho se habla de los valores del mini y con mucha razón. Pero pocos o ninguno puede hacer que la estructura nacional del mini sea mejor y no recaiga solo en los clubes.
Creo que es una falta de respeto a los clubes, a los entrenadores y a las familias las políticas nacionales que se están llevando a cabo en las últimas décadas.
Nadie puede jactarse de tener futuro sino se tiene un mini fuerte. Para eso hay que luchar. Y lo seguiremos haciendo desde el lugar que nos toque, en equipos de trabajo que entienden de qué se trata. O tratando de cambiar culturas.
El mini siempre nos convoca. Que viva el mini en Argentina
Prof. Ricardo Bojanich
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