En el básquet moderno, el ritmo ha dejado de ser solo una característica del juego para convertirse en una verdadera filosofía. La velocidad, la toma de decisiones y la capacidad de pasar de defensa a ataque en segundos son cualidades fundamentales en cualquier equipo, desde la élite profesional hasta los equipos de formativas.
Curso: El sistema de juego ofensivo en el básquet
Pero ese estilo no se construye de la noche a la mañana. Se forma. Se entrena. Se enseña desde edades tempranas.
Si queremos que nuestros jugadores sientan correr, lean ventajas y jueguen cómodos en velocidad, debemos enseñarles desde el inicio a pensar y entrenar bajo esa lógica. La velocidad no es solo correr más rápido: es interpretar más rápido, decidir más rápido y ejecutar más rápido.
Este artículo ofrece a los entrenadores de básquet formativo cinco claves prácticas —basadas en el estilo de juego del básquet moderno— para construir, desde el entrenamiento cotidiano, una cultura de juego rápido y agresivo. Porque si el básquet cambió, también tiene que cambiar la forma en que lo enseñamos.
1. Cada ejercicio defensivo debe terminar en un contraataque
Transformá cada ejercicio defensivo en una oportunidad para practicar el contraataque. Este enfoque refuerza el hábito de correr y prepara al equipo para capitalizar las transiciones durante el juego. No hay defensa sin una posterior transición ofensiva. Este es un hábito que tenemos que construir práctica a práctica. Siempre.
El ejercicio defensivo —sea cual fuere— no debe desarrollarse como una actividad aislada, sino que siempre debe terminar en una situación de transición ofensiva, ya sea sin oposición o con una situación de superioridad numérica. Pero nunca debemos finalizar un drill defensivo sin correr inmediatamente al campo contrario.
2. Automatizá la salida tras conversión recibida
Después de recibir una canasta, es determinante reiniciar el juego rápidamente. Entrená a tus jugadores para que el saque de fondo sea inmediato, con el primer pase dirigido a un jugador en movimiento. Este hábito impide que la defensa rival se organice y mantiene el ritmo de juego alto.
Habitualmente, luego de una conversión en contra, los jugadores hacen una pausa, en la cual descansan o se lamentan del fallo defensivo. Debemos instalar esta idea: no podemos hacer nada para quitar esos puntos recibidos, pero sí podemos contraatacar y conseguir una conversión rápida en ventaja, igualando esa canasta con una propia.
3. Organizá la ocupación de calles y “empujá” al equipo
Enseñá a tus jugadores a identificar y ocupar los carriles de la cancha durante la transición ofensiva. Hay quienes prefieren trasladar la pelota por el eje y otros que lateralizan el juego. Definí tu propio estilo y transmitilo claramente a los jugadores.
Sin embargo, me parece fundamental instalar la idea de que, en el básquet formativo, cualquiera puede trasladar el balón. Aquello que tradicionalmente pedíamos los entrenadores —el “pase de apertura” para buscar al base— en el básquet moderno ya quedó obsoleto.
Hoy, todos deben poder trasladar el balón. Eso no sucede mágicamente: hay que enseñarlo y practicarlo a diario. La prioridad es clara: la pelota tiene que avanzar lo más rápido posible, y quienes no la tienen deben buscar ganar la espalda de sus defensores para ofrecer opciones de pase. Si no lo consiguen, deben llegar abiertos, de manera tal de no congestionar la pintura, en caso de que quien porta el balón logre ventaja y ataque al canasto en penetración
4. Implementá ejercicios de superioridad numérica en transición
Incorporá ejercicios que simulen situaciones de ventaja numérica, como 2vs1 o 3vs2, durante las transiciones. Estos ejercicios desarrollan la capacidad de tomar decisiones rápidas y efectivas bajo presión, habilidades esenciales para un juego veloz y agresivo.
Tomar buenas decisiones en velocidad no es fácil. No sirve de nada jugar rápido y mal. Tampoco es lo mismo jugar rápido que jugar apresurado. Por eso debemos lograr que los jugadores jueguen rápido y bien, algo que no es sencillo.
En este sentido, al trabajar las situaciones de superioridad numérica, noto un error común: la prohibición del dribbling para fomentar el pase. Acá tenemos que detenernos un segundo: un principio fundamental para sacar ventaja en estas situaciones es atraer al defensor, liberar a un compañero y pasarle el balón. Si prohibimos el dribbling, anulamos esa posibilidad, y muchas veces se da que el jugador con pelota pasa sin estar defendido.
En definitiva, no creo que prohibir el dribbling sea una buena opción en estos ejercicios, porque la mayoría de las veces es necesario para sacar ventaja. Sin embargo, también debemos estar atentos a su abuso. Tal vez, una buena opción sea establecer un máximo de dribbling por ofensiva (no por jugador), con el objetivo de enseñar a usar este recurso de manera inteligente y efectiva.
5. Premiá el juego rápido en todas sus variantes
Siguiendo con la idea de hacer del juego rápido una filosofía, una herramienta poderosa es premiar, en las prácticas, todas las acciones que reflejen esta intención. Por ejemplo: en situaciones de juego, si se consiguen conversiones en superioridad numérica o se responde con un gol tras recibir otro, se puede premiar con un tiro libre de bonus o con una nueva posesión tras la conversión.
Estos premios no solo motivan a los jugadores ofensivos a intentar sacar ventajas en transición, sino que también obligan a los defensores a reaccionar rápido y cambiar de rol para evitar esas situaciones.
Adoptar una filosofía de juego basada en la velocidad y el ataque rápido requiere consistencia y enfoque a largo plazo en los entrenamientos. Hoy en día, jugar rápido no es una opción: es la forma en que se juega al básquet moderno.
Es cierto que muchas veces se confunde jugar rápido con jugar apurado y que, particularmente en etapas formativas, se ven muchos errores durante el proceso de aprendizaje. Pero es una necesidad actual formar jugadores polivalentes, que puedan disfrutar del juego en velocidad y que cuenten con herramientas técnico-tácticas para tomar decisiones eficaces lo más rápido posible.
por Pablo Genga
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