La complejidad del mini básquet es un concepto que se fundamenta en su condición de deporte de invasión, tal como lo explica Pablo Genga en su artículo Qué pasa después. El análisis perceptivo, cognitivo, social, emocional y motriz reafirman esta condición. “Jugar bien al básquet es difícil”, se suele decir. La incertidumbre y el contexto de juego respaldan esta sensación. Justamente ese Qué pasa después da el pie a buscar una alternativa didáctica que le de continuidad para abordar la variaciones del juego con herramientas simples y de impacto concreto.
Membresía LG 2021 - Especialización en mini básquet
Todos los formadores y formadoras, directa o indirectamente, reconocemos esa complejidad y a partir de ahí buscamos alternativas que nos permitan concretar una transposición didáctica lo más amigable y eficiente posible para nuestros jugadores y jugadoras.
El concepto de Dos acciones simplifica la idea de darle dinamismo al juego desde el inicio del proceso de enseñanza. El objetivo es instalar la habitualidad de sumar una segunda acción a la principal. Estos son algunos ejemplos de su aplicación en la cancha:
En este sentido, si analizamos el juego siempre a una situación le continúa –o debería continuarle– otra en forma inmediata. Acostumbrar desde las etapas del mini básquet a grabar este encadenamiento de acciones es allanarle el camino a los entrenadores y entrenadoras de categorías superiores.
Esta es una forma metodológica que utilizo en mis prácticas y con la que me identifico:
“Jugamos un 3x3 en cancha trasversal con el concepto de “paso y.......”, “lanzo y......”, “defiendo a mi jugador y.....”, “dribleo y………”. Sin llegar a sobredirigir, busco que mis instrucciones verbales tiendan puentes y automaticen este acople de situaciones que impactan en la fluidez del juego en general y en el desarrollo del jugador y la jugadora en particular.
Seguramente con el correr de los estímulos y la comprensión profunda del concepto, los partidos ganarán en intensidad (velocidad + precisión) y se mejorará el juego sin el balón, lo cual traerá una participación significativa a mayor número de niños y niñas.
Cuando el grupo responde a la consigna Dos acciones, le podemos sumar el concepto de 1, 2,3 para reducir el tiempo de posesión y acrecentar la agresividad ofensiva – bien entendida – de nuestro grupo. En un primer momento podemos ser los formadores y formadoras los que contamos el tiempo 1, 2,3. Después tenemos que lograr que ellos y ellas autogestionen la regla.
Aclaración importante: buscar que el tiempo improductivo baje en cada posesión no debe confundirse con jugar apurado. No hay que dejar de evaluar. La respuesta de cada grupo es lo que nos indica hasta dónde llegar. Con los grupos de iniciación recomiendo sumar estas alternativas paulatinamente y crecer junto al equipo en la importancia de estos recursos. Aprovechemos la reflexión colectiva y los refuerzos positivos cuando los gestos aparecen.
No se trata de tentarse con la táctica colectiva cerrada (set ofensivos), sino de crear estrategias que le den protagonismo real a los chicos y a la chicas a favor del percibo/pienso y ejecuto que nuestro deporte nos demanda todo el tiempo.
por Juan Lofrano
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