El minibásquetbol es un medio para formar mejores personas. No un fin en sí mismo. Por eso es importante que el profesor o la profesora, como profesional de la enseñanza, intervenga más allá de lo que sucede dentro del campo de juego. Desde el momento en que el jugador o la jugadora entra al gimnasio ya está en condiciones de aprender normas de convivencia, respeto y hábitos que hacen a un buen deportista.
A continuación, 9 códigos de convivencia –obviamente permeables a cada contexto de aplicación– que deben ser cumplidos por todos los actores que rodean al proceso de iniciación al básquetbol de los niños y las niñas:
1- Presentarse a la práctica o al partido con indumentaria deportiva, calzado adecuado, con cordones que sujeten bien el pie para evitar torceduras, pantalón corto y remera deportiva cómoda para poder moverse sin limitaciones.
2- Llegar a la hora preestablecida por el entrenador o la entrenadora. La puntualidad es importante, no sólo para poder realizar las acciones posteriores, sino para transferirla a todos los aspectos de la vida. En el caso de llegar tarde, informar el motivo y preguntar cómo se puede integrar a la actividad que ya comenzó.
3- Saludar al entrenador, compañeros y todo el personal que se encuentre en el gimnasio con respeto.
4- Ser responsable sobre el cuidado de sus pertenencias, dejarlas en el lugar adecuado.
5- Realizar la práctica o jugar el partido con la mayor intensidad posible, respetando a compañeros, entrenadores, árbitros y público presente. Y, por sobre todas las cosas, respetando el juego y su esencia.
6- Al finalizar la práctica o el partido, saludar a compañeros, rivales, árbitros y entrenadores y ponerse a disposición del entrenador en el caso de finalizar con una charla o una sesión de elongación.
7- Es importante destacar que durante todo el tiempo que el jugador este en práctica o en el juego, necesitamos que esté concentrado en las tareas a realizar. Los entrenadores debemos intentar que los padres o terceros no intervengan en las acciones hasta que hayan terminado. Para esto, el entrenador debe devolver al jugador la máxima atención, evitando distracciones como charlas con otros entrenadores, padres o atendiendo al teléfono u otros dispositivos que puedan desvirtuar su trabajo.
8- Una vez en el vestuario, insistir en el cuidado de sus pertenencias y de la ropa del equipo. Cada jugador es responsable del guardado de su indumentaria, del aseo personal y de dejar en condiciones el lugar tal cual estaba cuando ingresó.
9- En el caso de un partido, tanto en el momento previo como en el momento posterior al juego, sólo los integrantes, entrenador y asistentes del equipo tienen acceso al vestuario. Sin excepción.
Cada uno de estos códigos son acciones que llevan a la práctica una filosofía del minibásquetbol: formar buenas personas a través del deporte. Cuando se dice “el deporte es educativo”, deberíamos cuestionarnos si esto siempre es así. En su lugar, prefiero decir que “el deporte es potencialmente educativo”. Construir buenos hábitos y valores depende fundamentalmente de cómo el profesor diseñe y ejecute el proceso de enseñanza y lidere al resto de los actores que intervienen. Para eso, es importante poder comunicar desde el inicio del proceso cuáles son los medios elegidos para llevarlo a cabo. Puede ser una reunión con todos los involucrados (padres, jugadores y dirigentes) para dejar en claro de qué forma vamos construir nuestra relación a lo largo del año y cuáles son las bases fundacionales de nuestro proyecto de básquet. Cualquier situación que no esté contemplada en esta reunión quedará a consideración del entrenador que, como profesional de la enseñanza deportiva, decidirá lo mejor para el equipo.
Volviendo a lo educativo del deporte, es importante que durante la práctica o el partido el entrenador o la entrenadora le dedique un 100% de atención a la enseñanza. Esto parece una obviedad, pero sucede que el profesor en las prácticas se ubica en el rol de árbitro. Sin descartar esta opción y una vez que se comprendieron las reglas del juego, los jugadores están en condiciones de autogestionar la aplicación de las reglas para que el entrenador corrija situaciones tácticas. Por su parte, los jugadores desarrollarán con honestidad el fair play para aceptar las infracciones o las faltas cometidas.
El objetivo es que los jugadores puedan hacer las cosas por convencimiento y no por control del profesor.
por Pablo Genga
(Foto 2: Planeta Naranja)
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