Entre los textos más interesantes que leí durante este periodo me encontré con dos frases que me dejaron inquieto y motivado. Las dos provienen de campos y miradas diferentes. Sin embargo, se pueden juntar para lograr una síntesis superadora útil para el minibásquetbol. Por un lado, el concepto que refiere a que “no son tiempos para verdades absolutas” y por el otro “es tiempo de romper con el orden natural de las cosas”.
Después de pensar y repensar, creo que las y los entrenadores tenemos arraigados algunos mitos sobre nuestra tarea con los chicos y las chicas que nos impiden revisar nuestras prácticas y revisarnos como líderes de los procesos de enseñanza que recorremos. Respaldado en los dos conceptos que sostienen este texto, voy a poner en tensión a algunos de los VS. que, como voces internas, nos atraviesan e interpelan:
- ¿Soy conductista o constructivista?
- ¿El mini es competitivo, educativo o recreativo?
- ¿En mini no se corrige o sólo trabajamos analíticamente con los jugadores?
- ¿Hay que saber más de los jugadores que de básquet o al revés?
- ¿Priorizamos el desarrollo de la técnica y la táctica en forma aislada o en forma paralela y simultánea?
- ¿La edad cronológica nos dice todo? ¿Entonces qué hacemos con los saberes previos y el desarrollo motor?
Hace tiempo que con Pablo Genga transitamos un camino que abre a la heterogeneidad. Buscamos corrernos del pensamiento binario, absoluto, tan dogmático que no da lugar al cambio. Nuestro objetivo es encontrar caminos didácticos superadores para ubicar a los y las jugadoras de minibásquetbol en el rol de protagonistas.
Entonces, la idea es cambiar el VS. por un gran signo +. Es decir: sumar. Guiados siempre por la tarea irrenunciable de enseñar y cuidar las emociones de nuestros y nuestras jugadoras todos los días. Para que aprendan a jugar con sus amigos, se sientan competentes y se conviertan en Ciudadanos del básquet.
De algo estoy seguro: los procesos largos, pacientes y sistemáticos no dejan espacio a los atajos tácticos ni a los mini campeones apresurados. Tenemos que derrumbar los mitos que paralizan, que frenan la posibilidad de soñar con un minibásquetbol para muchos y muchas, con chicos y chicas que se divierten y aprenden.
Por Juan Lofrano
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