Hace 35 años que estoy ligado al mini básquet recorriendo los escalones lógicos en el desarrollo de la formación. Si bien los enfoques pedagógicos se debaten entre los extremos de la mirada tradicional y los métodos activos con sus respectivos grises, hay un tema recurrente que me inquieta y me gustaría compartir porque excede los posicionamientos a la hora de enseñar.
Los formadores que buscamos el proceso cuidado, paciente, amplio tenemos que justificar esta postura con aquellos que priorizan los atajos en busca de resultados inmediatos. Pareciera que debemos explicar en forma recurrente nuestro posicionamiento, buscando convencer que pensar en el largo plazo es lo adecuado. Lo que está bien hacer.
Vamos a darle contenido a este discurso teórico con impacto concreto en la cancha.
Por un lado, está la competencia. Cuando redactamos el Manual de Mini básquet de la CABB, junto a Pablo Genga, Javier Orlandoni y Maxi Seigorman el capítulo que abordaba este tema partió de la premisa “lo importante no es ganar sino competir bien”, idea que no prioriza ganar, pero de ninguna manera se acerca a “vos no te gusta ganar”. La lógica interna del juego nos propone ganar. Es un indicador claro de nuestros avances, logros, aprendizajes. Me respaldo en las palabras de Julio Velazco “lo importante es probar a ganar”. Lo fantástico del mini básquet es que si no ganamos “no pasa nada”. Lo refuerzo: no pasa nada.
Por el otro, encontramos el desarrollo técnico y táctico (individual y colectivo). Entonces ¿Proyectar un jugador con diversidad de herramientas para leer y escribir el juego no es lo que debemos buscar? ¿Los clubes que logran este objetivo no son los exitosos? ¿Jerarquizar el “nosotros” por sobre el “yo” no nos convierte en un equipo competente? No deja de sorprenderme como todavía esta mirada de desarrollo integral está en debate constante, sospechada de no ser la que va a generar aprendizajes profundos y pertinentes a las demandas del juego.
Defender los juegos modificados –alentar el juego reducido, respetar los tiempos singulares de aprendizaje, partir de los saberes previos– se sustenta en la innegociable perspectiva social del mini básquet pero también en el deseo de formar jugadores y jugadoras de calidad, que disfruten del juego con la mayor cantidad de recursos para responder a la incertidumbre.
Definitivamente, los formadores memorables que se vuelven espejos de los que se inician, los que tienen nombre propio, no negocian el aprendizaje versátil por alguna victoria urgente en mini.
El psicólogo Carlos Saggio en alguna de sus charlas presentó estos principios:
- Los buenos hábitos priorizan tu yo futuro y los malos hábitos tu yo presente.
- En los malos hábitos, hoy disfrutamos y pagamos en el futuro.
- En los buenos, hoy pagamos y disfrutamos en el futuro.
El ganar en mini básquet es tan amplio como los horizontes que tracemos. En esta etapa practicamos/entrenamos para los partidos difíciles que van a venir con los años. Llenar la mochila de saberes es nuestra tarea saliente. Habilitemos el disfrute cuando nuestros jugadores y jugadoras se animen a ganar, ocupen diferentes posiciones, hacen lo que les sale bien en el juego y lo que todavía no. Cuando suban el balón, tomen los tiros que da el partido, juegan cerca y lejos del aro, interpreten y reconozcan ventajas, defiendan el 1vs1 sin especulaciones de espacios ni de lados dominantes, ayuden a los que ayudan, utilicen los espacios del juego con inteligencia, jueguen con diferentes ritmos, conozcan y saquen provecho a las reglas.
Generar hábitos deportivos perdurables es un derecho de todos y todas, no de casi todos.
por Juan Lofrano
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