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La frustración, las pantallas y la burbuja de cristal
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La frustración, las pantallas y la burbuja de cristal

La ansiedad que genera la cultura de la inmediatez conspira contra el aprendizaje de un deporte como el básquet. Algunas posibles soluciones.

07 / 09 / 2020

Vivimos en la sociedad de la inmediatez. Los chicos y las chicas que nacieron después de 2010 –la denominada Generación Alpha– saben que con un simple click pueden encontar casi todo lo que necesitan: desde un juego hasta una definición para el trabajo práctico del colegio. Esto, que parece una característica positiva, se vuelve en contra a la hora de aprender un deporte complejo como el básquet.

El problema

Los jugadores y jugadoras están acostumbrados a ver a sus ídolos jugar en la selección o en la NBA y les parece que el desempeño de estas super estrellas es algo natural, que no implica esforzarse ni dedicarse para conseguirlo. Ignoran la cantidad de horas de entrenamiento, esfuerzo y equivocaciones que hubo detrás. Nos encontramos, muchas veces, con niños o niñas que comienzan a aprender a jugar al básquet y ante algún error o corrección por parte del profe sienten vergüenza o se frustran por demás.

Y acá aparece las primeras preguntas: ¿qué hacemos? ¿Cómo debemos reaccionar? Una opción es no decirles la verdad, no realizar la corrección y hacer como si nada hubiera pasado o, peor aún, decirle que está bien igual. Esto sólo ubica al niño o a la niña en una burbuja de cristal, no ayuda a su formación como jugador o jugadora ni como persona. Una de las características de un deporte educativo es que enseña a ser resiliente y a sobreponerse a situaciones adversas. De eso se trata el aprendizaje.

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Otra opción es corregirlo y no dejar pasar el error. Tomando esta opción corremos el riesgo de que se sienta expuesto y abandone la práctica. Y para hacer más compleja la situación, este niño o niña está inmersa en un contexto en donde muchas veces en la mayoría de sus interacciones con adultos se le destacan sus errores más que sus virtudes, en donde son más los no que los sí. En el colegio, en su casa, con su grupo de amigos, etcétera. Dicen que una imagen vale más que mil palabras. 

Si algo le faltaba a este panorama complejo eran las pantallas, programadas para recibir a este niño o a esta niña con un elogio, con un “sos genial”, con un “lo conseguiste” o con una estrella más. Esas pantallas pensadas para siempre estar a punto de ganar, para seguir jugando una y otra vez.

Una posible solución

En este contexto, hay algo que no estamos teniendo en cuenta: la satisfacción que le provoca a un niño o a una niña hacer algo por primera vez. Se les convierte la cara, nos lo quieren mostrar, se sienten orgullosos de haberlo logrado. Provoca emociones que distan mucho de lo que provoca pasar de pantalla o ganar una instancia de un juego de pantallas. El “choque los cinco” del profe, el guiño del ojo o la palmada en la espalda, no se compara para nada a las estrellitas que me pueda regalar la app de moda.

Y si ese reconocimiento viene, además del profe, de su familia y de sus amigos, la alternativa cierra por todos lados. Pero… ¿qué tenemos que hacer nosotros, como profes para lograr esto? Algo que debería ser el punto de partida en todo proceso de enseñanza: respetar los conocimientos previos del jugador o de la jugadora y partir desde una situación de éxito. Ir construyendo el edificio sobre las bases de lo que ya trae en su biografía motriz, acompañándolo con andamiajes en sus nuevas experiencias para que lo deseado no le quede tan lejos y paralelamente a este proceso, instalar un concepto que suena un poco contracultural: equivocarse esta bien.

La gestión de la frustración de nuestros jugadores y jugadoras debe ser un contenido a enseñar. Poder explicarles que está bien que se pongan mal porque algo no les sale. Lo que no está bien es que se pongan tan mal. Y eso también hay que enseñarlo. Sobran ejemplos de deportistas que se han levantado después de grandes caídas. Debemos tomarlos como ejemplo. En definitiva, estamos convencidos que el básquet es un medio para formar personas y que todo lo que aprendan en él puede ser transferido a otros ámbitos de su vida.

por Pablo Genga

Viñeta: schrubs_quadrinhos

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