Formar un jugador integral es una expresión que todos los formadores de mini básquet incluimos en nuestro relato desde hace años. Lo que pongo en tensión en este artículo es el tiempo y la importancia que le damos en nuestras prácticas cotidianas, a esta capacidad determinante para generar jugadores y jugadoras inteligentes.
Presentar interferencias contextuales y situaciones simuladas es una estrategia interesante para desafiar a este aspecto del básquet que nos permite leer el juego y no solo escribirlo. La monopolización de la mirada técnica durante años desplazó la posibilidad de resolver problemas que le piden a la percepción y a la decisión táctica una respuesta adecuada entre varias posibles.
El cómo hacerlo, sumado al qué y al cuándo hacerlo son aspectos complementarios que nos dan herramientas para dialogar con el caos organizado que resulta un partido.
Les presento esta tarea motriz, llamada Básquet desordenado, para que analicemos las posibilidades que se abren a esta capacidad lógico-motriz.
Intencionalidad de enseñanza: modificar la colaboración/oposición buscando diferentes estrategias en función de la superioridad o inferioridad numérica: 5vs4, 3vs5, 2vs3, 4vs2, 5vs4, 4vs5, 2vs4, 3vs2 y 5vs3.
Los equipos que esperan en la línea de fondo, con un balón listo, ingresan al campo cuando convierten en su canasto. Se juegan mini partidos a una conversión. Para no descender el índice de movimiento los equipos que esperan pueden vivenciar tareas de motricidad (capacidades condicionales y/o coordinativas) o bien juegos de pases y trabajo de pies, sin perder la atención en el juego para iniciar la ofensiva en transición.
A partir de estos ejercicios, surgen preguntas para compartir con nuestros y nuestras jugadoras.
Y a estas preguntas surgen repreguntas: los por qué del juego. El objetivo es pensar en lo que se hace mientras se hace. En definitiva, anclar aprendizajes significativos, renovar deseos de seguir sintiendo, pensando y ejecutando en el juego real.
por Juan Lofrano