¿Y ahora qué?

Finalizó la participación del equipo nacional masculino mayor en los juegos olímpicos de Tokio 2020. Ahora es el momento del análisis, del balance y de la evaluación. Abundan las opiniones sobre la forma de juego, la rotación, el rol de cada jugador, la falta de hombres grandes, de tiradores y el diseño de la estrategia del cuerpo técnico. También hubo tiempo para revisar el apoyo (o no) dirigencial en los últimos tiempos a una generación que adentro de la cancha nos dio muchas alegrías. Decir que cada opinión es válida es una obviedad y, además, un derecho.

Siempre es más fácil opinar y apuntar a otro que hacer una introspección. La evaluación de la performance del equipo y el rol de la dirigencia en la gestión es responsabilidad de quienes están directamente involucrados en esa cuestión. Ahora, me pregunto ¿Qué estamos haciendo cada uno de nosotros para detectar y formar hombres grandes? ¿Qué estamos haciendo para formar tiradores? ¿Qué estamos haciendo para colaborar en formar jugadores físicamente aptos para jugar competencias internacionales?

Hace no muchos años, recuerdo, los clubes más importantes del básquet de nuestro país buscaban jugadores del interior, los reclutaban, los desarrollaban y luego llegaban a formar parte de las selecciones nacionales. Actualmente esa ecuación se invirtió: ven los planteles de las selecciones nacionales formativas, generalmente integradas por jugadores de clubes del interior, y ahí van a reclutarlos. Por otra parte ¿todos los clubes están en condiciones de reclutar? ¿No hay otro formato para detectar jugadores con proyección y, de paso, masificar el básquet?

Si cada club pudiera llevar a cabo un proyecto de detección de talentos, en donde sistemáticamente convoque a jóvenes que no juegan al básquet y seleccionara dentro de ese grupo alguno con proyección, podríamos tener más potenciales jugadores disponibles. ¿Y qué hacemos con aquellos que no son detectados como talentos? ¡Los invitamos a jugar igual! En definitiva, queremos más jugadores dentro de una cancha, ¿no?

Desde el punto de vista físico, el mensaje que nos llega desde los cuerpos técnicos de nuestros seleccionados formativos es que los jugadores llegan con una masa muscular menor al resto de los planteles que dominan el básquet mundial. En este sentido ¿todos los clubes de nuestro país cuentan con un preparador físico? Es fundamental su presencia si realmente queremos seguir compitiendo con las potencias y sobre todo, es clave su capacitación para estar informado de los últimos avances en relación las ciencias vinculadas a la preparación física.

Por último, para formar tiradores, debemos disponer de tiempo para enseñar y entrenar. Ya se dijo que la cantidad de partidos que juegan nuestros jugadores en etapas formativas atenta contra el buen entrenamiento. Si todo el tiempo están jugando, es muy difícil que puedan desarrollarse y mejorar sus habilidades y su condición física. Es por ello que debemos priorizar la formación y utilizar a la competencia como un medio de desarrollo y no como el fin último.

En definitiva está muy bien opinar sobre el equipo nacional, que tantas satisfacciones nos dio durante estos años, pero no tenemos que olvidarnos que éste es un reflejo del básquet que construimos entre todos y todas en forma cotidiana en nuestros clubes. Los jugadores que llegan a la élite no vienen de otro planeta. Vienen de nuestros clubes. Cada uno de nosotros somos el primer eslabón formativo de un proceso muy largo y complejo. Entonces también es nuestra responsabilidad aportar, cada uno desde su lugar, un granito de arena para que el básquet crezca y podamos seguir siendo considerados la escuela argentina.

por Pablo Genga