Hay tantas preguntas por responder. Tenemos que planificar los entrenamientos para volver a la cancha con un desafío enorme: mantener encendido el interés por la práctica deportiva de nuestros jugadores y jugadoras. Los objetivos son tan deseados como los anteriores a la pandemia, a pesar del presente y del futuro que se está construyendo. Pero creo que, de a poco, aparecen algunas respuestas.
Después de ocho semanas bajo protocolo estricto, tanto con mis categorías U15 y U17 masculino, también observando el minibásquetbol y el femenino, pude armar una idea de cómo llevar la progresión de entrenamientos. Lo primero y más importante fue lograr un círculo de confianza con las familias, con los dirigentes, con los entrenadores, las entrenadoras, los jugadores, las jugadoras y con todas las áreas del club de forma colectiva. Los canales de comunicación fueron fundamentales. Con esa organización pudimos prepararnos para volver.
Los entrenamientos comenzaron raros. Con tanto protocolo –necesario y fundamental– los jugadores no encontraban fluidez y había momentos de distracción. El encierro hace mal, no tengo dudas. La distancia, el no poder recibirlos con un abrazo, cada cual en su lugar, la cancha sin movimiento: así no trabajamos en un club. Lo normal es escuchar carreras alrededor de la cancha, los juegos, los gritos de la categoría anterior y las familias en la tribuna. El marco era distinto, frío. Pero por otro lado estábamos felices con el regreso. Después, la incertidumbre de cómo jugar. Había que definir se trabajábamos 1x1 o 3x3. ¿Hasta cuándo nos teníamos que quedar en una estación sin movernos?
I Congreso Internacional de Minibásquetbol LG
A la segunda semana de entrenamiento el círculo de confianza nos daba la posibilidad de seguir. Pero claro, la planificación del año ya no tenía sentido, no había pretemporada, ni torneo, ni competencias, ni playoffs. En ese momento me cuestioné cómo encarar la situación.
Si bien el estado de ánimo general era bueno, había que salir del rincón y formular nuevas preguntas sobre cómo rotar, sobre cómo pasarnos la pelota. Para buscar las respuestas, es fundamental escuchar a nuestro equipo. No hay otra manera de interpretar los cambios de reglas y de escenarios. Además de un espacio de aprendizaje, debemos crear un espacio de expresión y disfrute.
Me di cuenta de que estábamos ante una posibilidad única de dedicarnos pura y exclusivamente a mejorar nuestro desempeño individual. Hoy no tenemos presiones. Es fundamental entender esta circunstancia y llevarla a la práctica. Podemos ver lo positivo en lo negativo. Tal vez hasta nos llega en un momento ideal: frenar la pelota y dedicarnos a enseñar y aprender sin anteponer logros deportivos. Nuestro objetivo será recuperar a nuestros jugadores. Enfocarnos en el presente.
Por supuesto que vamos a extrañar los torneos, pero mejorar el desarrollo de la técnica individual y trabajar los fundamentos con el aporte de los entrenadores va a fortalecer al equipo. Este proceso va a lograr que incluso la competencia también sea mejor.
por Sebastián Falcón
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El equipo de LG Básquet abre la inscripción para hacer, durante un año, un seguimiento personalizado de instituciones deportivas. Los cupos son ultra limitados.