Durante el 2020 el deseo de capacitarnos en forma permanente se acercó como nunca antes a una posibilidad concreta y real. Teníamos tiempo, un bien preciado y escaso en las urgencias cotidianas que nos atraviesan. Las propuestas fueron variadas, el nivel de disertantes y la diversidad de paradigmas nos obligaron a salir de nuestra zona de confort y control. No se nos movió el piso, nos sacaron el piso.
El 2021 nos encuentra más cerca de la cancha, intentado enlazar la teoría con la práctica y viceversa, como dos categorías que se buscan, se necesitan y se relacionan entre sí. El por qué, el cómo, el qué de las prácticas dialogando e interpelándose todo el tiempo.
Una de esas instancias de capacitación que disfrute y me permitió ordenar ideas fue con el Dr. Domingo Blázquez Sánchez, especialista en la iniciación deportiva que marcó y marca el discurso, la mirada y el alcance en Europa y América en el tema. En su presentación, recorrió competencias didácticas que todo y toda docente debería incorporar a su mochila de saberes.
Me permití adaptarlas y contextualizarlas al mini básquet.
Los grupos heterogéneos progresan más. Pasar del “silencio en clase” al “hablen en clase”. De la interacción personal a la interacción grupal, lograr el pasaje del Yo al Nosotros. Generar la mirada que la diversidad es una oportunidad de mayor aprendizaje y no un problema.
Saberes previos. Los Aprendizajes anteriores y los Aprendizajes posteriores vinculados. Progresar en forma personalizada. Aprendizajes significativos, funcionales, relevantes.
Situación inicial de partida para lograr estímulos adecuados. Tener claro la estructura de acogida. Activar los conocimientos previos y las ideas previas. Para que sea más amplia la propuesta, salirnos del monopolio técnico, instalar la idea de desarrollo integral del jugador.
Manera de manejar. Implicar cognitivamente al alumno. Ofrecer diferentes estilos en base a la diversidad de las y los alumnos. Heterogeneidad de modelos. Detectar y jerarquizar problemas y buscar el estilo más adecuado.
La clase como reunión, como encuentro. Normas de convivencia participativas. Las normas se acuerdan, se aceptan y dan sentido a la regla. Instalar el paradigma del derecho para todos y todas de aprender. Buscando lógica comunitaria, es decir, la apuesta al lazo.
Gestión de los espacios y materiales. Arquitectos del ambiente: Crear ambientes seguros, de disfrute, de aprendizaje, sin amenazas, sin gritos. Salirnos de la pedagogía del drill, la fila, el orden cómo únicos recursos válidos. Cuidar las tasas de participación e intensidad de todos y todas.
Conocer los modos y las maneras. ¿Pensamos en mal receptor vs mal emisor? Jerarquizar el lenguaje no verbal, buscando mayor impacto con los tonos y la corporalidad. Hablar cada vez más con nuestro cuerpo, nuestro lenguaje y nuestras emociones.
La motivación combate el no aprendizaje: empuja hacia el conocimiento. Tenemos que focalizar el cuidado y el manejo de las emociones en las prácticas y en la competencia. Enamorar a nuestros jugadores y jugadores como el objetivo final en esta etapa inicial.
Evaluar mucho más calificar. Me interesan tus errores: afectivos “tengo miedo”, cognitivos “no entiendo” o motrices “no tengo los recursos”. Pensar la metacognición como la posibilidad de pensar sobre nuestro pensamiento, regular nuestro propio proceso de aprendizaje, hacer visible qué aprendimos y qué todavía no. Las rúbricas y sus indicadores de avance como herramientas evaluativas confiables y válidas.
Seguramente se están preguntando si esta clasificación de competencias estará completa o hay que sumarle las nuevas competencias en relación al uso de la tecnología. Claramente sí. Las podemos ubicar en este listado o bien como una habilidad que atraviesa y sostiene a todas las demás.
Como cierre, les presento una tarea: repasen el listado de competencias y hagan una autoevaluación honesta. Al finalizar, les recomiendo que cuiden sus puntos fuertes, pero no dejen de mejorar en los que todavía presentan debilidades. Profesionalizar la enseñanza del mini básquet es respetar a cada niño y cada niña en su proceso de enseñanza con su deseada consecuencia: el aprendizaje.
por Juan Lofrano
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